Una tía amargada, a la vez que fracasada,
vendías autoestima, pero estaba caducada.
Decías “obedece”, “haz esto”, “haz lo otro”,
tu amor era un contrato, disfrazado de devoto.

Olvida tus pasiones, atiende mis obsesiones,
querías que cambiara mis risas por tus tensiones.
Quien de los dos… tenía razón, da igual,
si eras escorpión con piel de cristal.

Manipulas más, que el gobierno en acción,
decías que me amabas, qué gran ficción.
Tu falsa sonrisa, era mi prisión,
y por eso hoy, te dedico esta canción.

No me digas tonterías, al final ni me querías,
me usabas y a otras “tías como tú” ya conocía.
De pija ibas, la lista te hacías,
y a tu plan, de vida, siempre te acogías.

Todo montado, con prisas lo tenías,
el vestido, el anillo, el drama, los días…
Pero no era un cuento, ni yo tu príncipe,
solo otro intento de borrar tus heridas.

No era un remake, fue un mal guion,
y yo el actor tonto en tu telenovelón.
La culpa fue mía por firmar sin leer,
y seguir tu juego,.. me lo llegó a creer.

Psicología barata disfrazada de caviar,
de primera marca… pero ni pa’ regalar.
Eras marca blanca, sin alma ni lugar,
yo buscando el cielo, tú queriendo dominar.

Me seguías, eras sombra, pesadilla sin final,
como un thriller cutre, todo emocional.
tu aguijón, en el pecho, me quitaba la calma,
y aun así, en el fondo, yo te abría mi alma.

Fui tu vitamina, tu dosis diaria,
y tú mi veneno, mi cruz necesaria.
Te quería, sí… pero ya no podía,
tanto teatro ya no se sostenía.

Me quitaste el aire, el suelo, los pies,
con chantaje emocional de cuarta, ¿no lo ves?
Amenazas suicidas, mentiras vestidas
de frases bonitas, de trampas fingidas.

Una bruja moderna con bata de ciencia,
experta en crear culpa, con su presencia.
Psicodrama clínico, circo ridículo,
diagnóstico crónico: ego ciclónico.

Ahora que estás bien, con tu agenda ordenada,
soy el loco inmaduro, tu jugada fallada.
Pero mírate al espejo, sin filtros ni cuentos,
tu castillo de mentiras se derrumba con el viento

“Antes de los treinta”, tu mantra sagrado,
te creías Diosa, y eras solo un dado.
Lanzado al vacío sin cara ni cruz,
yo encendiendo velas, tú apagando mi luz.

Ya no hay dolor, solo tinta en mi papel
se cayó tu corona, como un falso laurel
lo nuestro se acabó, sin gloria ni miel
salí del hechizo, ya no soy tu rehén.